En el lecho de la ciénaga Magdalena, donde se une el agua dulce proveniente de los páramos colombianos con el centro del país con el calor de la costa caribe y el mar, abundan los manglares, la vegetación y la fauna silvestre. Allí vive una comunidad de pescadores en un pequeño pueblo a orillas del mar y la ciénaga.
En las frondosas montañas que maquillan el centro de Colombia, diariamente caen troncos y ramas a los ríos y quebradas, que se embarcan en un viaje de cientos de kilómetros hasta llegar al mar. Curtidos por el agua y la sal, esta madera es altamente resistente y fuerte para la construcción, goza de patrones irregulares y curvas asimétricas, las cuales se ven reflejadas en nuestra arquitectura.
Con sus manos curtidas por la sal y el sol, los pescadores madrugan y atraviesan una serie de manglares y caños, cruzando la ciénaga y llegando al mar en busca de lo que ellos llaman madera ahogada. Frecuentemente estos pescadores se embarcan en un viaje que puede durar varios días en busca de esta madera, que a lo largo del tiempo se ha convertido en el sustento para el vivir suyos y de sus familias.
Una noche cálida, estrellada, mágica y profunda en el majestuoso Desierto de la Tatacoa, frente a un espejo de agua cubierto de pétalos pincelados de rojo, en un refugio viviente construido con maderas ahogadas, sacadas por las manos curtidas de pescadores y artesanos de la Ciénaga Grande de Santa Marta.
Fue el instante en el tiempo orquestado por DIOS para que ellos, que admiraban cada detalle de figuras y formas de este mágico lugar, entre sonrisas, ilusiones y sueños, lo encontraran para hablar con el de su gran ilusión, una ilusión que pintaba de sueños una réplica para viajar, amar y soñar… un refugio viviente a kilómetros de este lugar…
Él se retiró y tan solo a unos pasos, la luz de una gran revelación con una pregunta llenó su mente y su corazón, ¿y por qué no?, y devolviendo sus pasos se acercó y cruzando sus miradas con una luz irradiada en sus ojos, dijo: ¿Unimos nuestros sueños? Y ellos respondieron con la misma energía sutil que había devuelto sus pasos, ¿y por qué no?.
Esa fue la noche mágica donde la fuente divina dio inicio a un gran proyecto lleno de amor por lo que hacemos, donde nació la unión BETHEL – LOZANA GUATAPÉ
LOZANA es nuestra apuesta por la vida, el instrumento que hoy nos permite honrar al tiempo, maravillar los ojos, despertar los paladares, hacer arder el corazón, descubrir y cautivar de nuevo la vida. Nos permitimos ser, ser diferentes, ser amigos de aquellos que vibran con nosotros, nos permitimos volver a creer en la energía que guardan las historias, las experiencias que compartimos con hermanos de viaje y le permitimos a nuestra vida la fuerte, mágica y seductora sensación que tiene descubrir la tierra y descubrirnos de nuevo.
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